El cerebro utiliza señales corporales para regular el miedo
25. Noviembre 2021
Por lo general, experimentamos el miedo como extremadamente desagradable. Sin embargo, esta emoción tiene una función crucial: nos impide involucrarnos en comportamientos demasiado arriesgados. Sin embargo, esto solo funciona si el miedo se mantiene dentro de un rango saludable. El miedo demasiado intenso puede perjudicar gravemente nuestra vida diaria, como en el caso de los trastornos de ansiedad o los ataques de pánico. Entonces, ¿cómo se puede mantener el miedo en equilibrio? Parece obvio que las señales corporales pueden desempeñar un papel crucial, ya que el miedo causa cambios notables en nuestros cuerpos: el corazón late más rápido o la respiración se vuelve menos profunda. Sin embargo, todavía se desconoce en gran medida cómo procesa exactamente el cerebro esta información para regular en última instancia las emociones como el miedo.

La corteza insular en el cerebro procesa información sobre la frecuencia cardíaca para mantener el miedo en equilibrio.
Los científicos del grupo de investigación de Nadine Gogolla han obtenido nuevos e importantes conocimientos sobre la influencia de las interacciones cuerpo-cerebro en la regulación de las emociones. Se centraron en la corteza insular, una región del cerebro que procesa las emociones positivas y negativas. Además, recibe información del cuerpo, por ejemplo, del corazón o los pulmones. Los investigadores tocaron un tono a los ratones y lo combinaron con un estímulo desagradable. Después de algún tiempo, los ratones se volvieron temerosos del tono, que se expresó a través de la "congelación", un comportamiento de miedo típico que se comparte entre los humanos y muchas otras especies. Cuando el tono ya no se emparejó con el estímulo desagradable, los ratones aprendieron gradualmente a no tenerle más miedo.
La corteza insular mantiene el miedo en equilibrio
Para investigar el papel de la corteza insular en la regulación del miedo, los científicos inactivaron la corteza insular durante este "desaprendizamiento del miedo". "El resultado fue una verdadera sorpresa para nosotros", dice Alexandra Klein, primera autora del estudio. "Observamos una gran diferencia en el comportamiento de los ratones, dependiendo de lo temerosos que fueran al principio. Los ratones altamente temerosos desapresieron su miedo más lentamente en comparación con los ratones con actividad normal de la corteza insular, mientras que los ratones menos temerosos desapresieron mucho más rápido". Los resultados sugirieron que la corteza insular mantiene los niveles de miedo dentro de un cierto rango. En animales altamente temerosos apoya el desapredamiento de la memoria temerosa, mientras que en ratones menos temerosos ayuda a mantener la memoria del miedo.
Para obtener más información sobre los procesos subyacentes, los investigadores examinaron la actividad de la corteza insular en ratones con diferentes niveles de miedo. En ratones menos temerosos, la actividad de la corteza insular aumentó tan pronto como fueron expuestos al tono que evocaba el miedo. En contraste, los animales temerosos mostraron una disminución en la actividad de la corteza insular al escuchar el tono. Sorprendentemente, Alexandra Klein observó que tan pronto como un ratón mostraba un comportamiento de congelación evocado por el miedo, su frecuencia cardíaca disminuía, y también lo hacía la actividad de la corteza insular. Los ratones temerosos se congelaron sustancialmente más a menudo y por más tiempo al escuchar el tono, lo que podría explicar la desactivación observada de su corteza insular.
Retroalimentación del cuerpo
Para probar la conexión entre la frecuencia cardíaca y la actividad de la corteza insular, los científicos interfirieron con el flujo de información entre el cuerpo y el cerebro a través del nervio vago. Curiosamente, cuando se interrumpió el intercambio entre el corazón y el cerebro, la actividad de la corteza insular se mantuvo estable y no disminuyó durante la congelación. El estudio demuestra así que la corteza insular requiere retroalimentación del cuerpo para mantener el miedo en un nivel apropiado. Además, proporciona evidencia de que los cambios corporales que ocurren durante la congelación son una parte esencial de la regulación de las emociones y que la congelación es mucho más que una respuesta emocional pasiva.
Dado que las disfunciones de la corteza insular en los seres humanos están asociadas con varios tipos de trastornos de ansiedad, esta investigación abre nuevas perspectivas emocionantes. ¿Podemos usar el comportamiento y su retroalimentación corporal para regular activamente las emociones? "Durante mucho tiempo, la neurociencia ha ignorado el hecho de que el cerebro no funciona de forma aislada. El cuerpo también juega un papel crucial en la regulación de las emociones. Nuestro estudio sugiere que debemos considerar la importancia de las señales corporales al tratar de comprender cómo se regulan las emociones", dice Alexandra Klein.