Los loros grises se ayudan entre sí sin esperar recompensa
16. Enero 2020
Los loros son considerados animales extraordinariamente inteligentes. Alex, el famoso loro gris africano en Harvard, se comunicaba con un vocabulario de más de 500 palabras humanas, podía responder preguntas y clasificar objetos espontáneamente. Los científicos del Instituto Max-Planck de Ornitología con sede en la estación de investigación avanzada para la cognición comparativa de loros en el Loro Parque en Tenerife, España, han demostrado que los loros exhiben un alto nivel de inteligencia social y cooperación. Ayudan a otros, incluso cuando no hay una oportunidad inmediata de reciprocidad. Además, devuelven los favores recibidos y no manifiestan celos si los congéneres obtienen una mejor recompensa que ellos. Esto demuestra que han desarrollado un nivel de inteligencia comparable al de los grandes simios, cuervos y delfines.

En los experimentos de comportamiento, los loros reciben etiquetas de metal, que luego pueden intercambiar por comida.
En el laboratorio de la estación de investigación avanzada Max Planck de cognición comparativa, estabelcida en colaboración con Loro Parque Fundación, en Puerto de la Cruz, Tenerife, un humano le da al loro gris africano Bella algunas fichas de metal. Ella ha aprendido a intercambiar esas fichas con uno de los científicos a cambio de su comida favorita. Pero hay un problema: el agujero en su cámara de prueba a través del cual ocurre el intercambio ha sido bloqueado.
En la cámara de prueba vecina está su amiga Kimmi esperando. Su agujero para el intercambio de tokens está abierto. Sin embargo, Bella se da cuenta de que a Kimmi le faltan fichas. ¿Qué es lo que va a hacer?
El loro hembra recoge ficha tras ficha y se las pasa a Kimmi a través de una abertura en la pared que separa ambas cámaras vecinas. Este último acepta los regalos y los intercambia por golosinas. Mientras tanto, Bella, bastante relajada, observa cómo Kimmi se beneficia de su generosidad, sin saber que en un momento posterior, el otro puede devolverle el favor.
"Ha sido sorprendente ver a los loros motivados por ayudar a otros, incluso si el otro individuo no era su amigo", explica Auguste Von Bayern, investigadora del Instituto Max Planck de Ornitología.
Desde hace unos años sabemos de comportamientos más allá del cooperativismo. Como en chimpancés, bonobos o cetáceos que ayudan a crías de su especie o de otras cuando se encuentran en peligro.
También se sabe que los cuervos tienen comportamientos inteligentes, neuronas relacionadas con su capacidad matemática. Incluso, son capaces de fabricar herramientas o utilizar el principio de Arquímedes rudimentariamente para acceder a comida.
En un segundo estudio, los mismos loros demostraron su "actitud prosocial" general, es decir, su disposición a ayudar y su capacidad para atender el bienestar de los demás. Además, mostraron la capacidad de corresponder las acciones previas del otro, siguiendo una estrategia de "ojo por ojo", que se considera un requisito previo importante para la evolución de la cooperación. En el experimento, las aves tuvieron que decidir entre dos tipos de fichas. Uno de ellos recompensó solo al sujeto, mientras que la otra ficha proporcionó comida tanto al sujeto como a su vecino. "Inicialmente, los loros eligieron al azar, sin prestar atención al bienestar de su vecino", explica Anastasia Krasheninnikova, primer autora de este estudio. "Tan pronto como los loros fueron probados alternativamente con su vecino, rápidamente aprendieron a elegir la ficha que beneficiaba a ambas aves".